En manos del destino.

marzo 30, 2012



Eramos jóvenes y nos gustaba soñar, al menos a mí. El escritor italiano, Federico Moccia, era-es el culpable. Con sus libros me traslado, me lleva a un mundo de sueños. En fin, que eramos jóvenes y nos gustaba soñar. Soñar despierta, a todas horas. Las sonrisas eran grandes, inmensas y fueron gracias a ti y a mis sueños con los ojos abiertos. Pero algo salió mal, te enamoraste, me enamoré y la cosa se fue complicando. En una palabra: distancia
Todavía hoy suena en mi cabeza esas terribles palabras que tu madre dijo y que tú mismo me las hiciste llegar... Y al decir verdad, prefiero no volverlas a pronunciar. Sé que sufriste, que estabas mal día sí y día también, lo sé, y que tal vez que tu madre no te apoyase también afectaba. El caso es que luchemos contra ellos y parecía que todo iba bien. Cuando conseguíamos hablar estábamos felices y queríamos parar todos los relojes del mundo para quedarnos un largo tiempo hablando.


De un día a otro, algo se torció. Las cosas no pintaban bien, se notaba, lo noté. Pero no quise hacer caso y continué con mi felicidad, porque la tuya ya se había acabado, al menos conmigo. Apareció otra para ti, para mi seguías siendo tú el único. Le pusiste huevos, esos que perdiste por un tiempo, y me lo contaste. Te odie, te odie a más no poder, pero ese amor tan grande que ya había nacido lo podía todo. El odio fue aminorando, pero la rabia no. Tu madre había conseguido lo que quería. Felicidades. 
Mi amor continuaba estando ahí y hoy en día continua, para que nos vamos a engañar. Pero todos los días lucho contra mis sentimientos por ti. Me gustaría borrarlos, que no existieran, dejarte en paz y que me dejes en paz hasta que el destino, si quiere, nos vuelva a ajuntar. 

You Might Also Like

0 comentarios