Al final pasa, que te desencanta. Y así me sentía, desencantada por lo que sucedía últimamente, más bien, lo que no sucedía. 
Al principio en una relación de lo que sea, ya sea amorosa, de amistad o de todo lo que imaginéis, las dos partes están atentas la una de la otra, se cuentan cosas y están largas horas dándose amor mutuamente y todo parece perfecto, y estás encantada, encantadísima. Pero el tiempo pasa y con él todo aquello que parecía perfecto, una de las personas deja su atención y la presta en otras cosas, las charlas acaban siendo monosílabos que ya casi ni tienen sentido. Y entonces, esa persona, la que sigue pillada se destroza, se desencanta, se desilusiona... Y la relación acaba en encuentros fortuitos que poco a poco van minorando por todo. La relación.... No hay relación. 
La persona pillada es una montaña rusa de sentimientos. Por una parte sigue ilusionada por algo que sabe que no va a llegar a buen puerto y que va a acabar de un momento a otro. Sentimientos que vienen y van, llantos y risas tontas, ilusión y desilusión al mismo tiempo. Sentimientos locos que afloran cuando deberían de calmarse... Loca, de amor, de ilusión, de esperanza...