Mi doce.

febrero 13, 2017

Ni siquiera sé como empezar porque estoy segura que se me va a olvidar algo o no voy a saber expresarme al cien por cien, porque todo fue más que increíble y hubo muchísimas emociones durante gran parte del día. 

Acabo de releer los sobres un poco más tranquila. Espera que no sabéis que sobres ni que nada. Os cuento, el día de antes, mi querida Judith con una carta muy bonita y muy emocionante (reconozco que tuve que aguantarme las lágrimas) me entregó un sobre con el que empezaba un juego que me habían preparado, acompañado de un pintalabios muy bonito que según me contaron después, yo misma había elegido y ni me había dado cuenta. 

Tuve que hacer la maleta y dormir esa noche en el campo con mis abuelos para que ellos prepararan todo. Mi abuela, a las doce apareció con otro sobre con una cajita que ya había visto el día anterior, esta vez repleta de ladrillos, de esos que tanto me gustan... La siguiente pista era que tenía que estar en el Bambú a las 12 la mañana siguiente. 
Dormí poco, las ganas por saber quién me encontraría allí aumentaba a cada segundo. A la mañana siguiente, los whatsapps de "la persona se retrasará sal 5 minutos después" ya delataba a quién me iba a encontrar. Aunque luego resulto que Adrián no tenía que estar allí y que lo iba a ver otra vez a lo largo de la mañana. Ah, y el regalito era unas pinzas, pero abrí un pintauñas... El pobre iba casi sin dormir y se equivocó de caja. 
La siguiente pista era la Herradura, y pensé que sería mi madre, pero me equivoqué, eran mis tíos. Llegué y otro sobre me estaba esperando con unas velas que huelen... mmm. Mi tía me regaló unos zapatos y me dió una tarjetita con la que tuve que retener las lágrimas de nuevo.
El siguiente sobre estaba en casa de mi tía Macu, y allí me esperaba unas libretitas y dos bolis para "escribir todas esas historias que se te ocurren y que a todos nos gusta leer". Allí me retrase, pues era la única que me ofreció algo de comer y... ¡Yo iba en ayunas! Cuando me dijo "quieres..." yo ya le había contestado que sí. 
Allí me llamó la siguiente persona a la que tenía que ver diciendo que me diera prisa que no me iba a dar tiempo, y corrí. Menos mal que estaba cerca, menos mal que era la misma calle, y sí, volví a ver a Adrián (jajaja). 
De allí, tuve que irme a Aspe, porque mi siguiente sobre me esperaba. Era mi Madre y Vicente los que me tenían que dar el otro sobre. Como me habían metido prisa, corrí, cogí el sobre y sin más palabras que la de gracias salí corriendo hacía el coche. Me esperaba alguien que adiviné en los cuadrados (el parque que hay al lado de mi casa). Era Estrella, con la que me reí y corrí hacia el último destino. El parque del Pocoyo. Esperaba a Adrián otra vez, pero me topé con mi hermana. Me dió un sobre sin siguiente pista, me tapó los ojos y me subió a un coche, y todo eso con un show digno de recordar. 


















No sabía como estaba el coche, no sabía como tenía que subir, no sabía donde estaba el asiento para sentarme y no sabía nada y... Cuando estoy nerviosa empiezo a decir tonterías sin parar y así fui todo el camino sin callar y diciendo de todo lo que podáis imaginar. Me dieron cuatro vueltas al pueblo para marearme, me dijeron que íbamos a salir a la autovía pero, nada de eso. Pararon el coche y solo quería bajar, pero para mi desesperación me dijeron "no bajes todavía", ellos si que bajaron y entonces... Escuche a mi abuelo, "Hola Elvira" (saludaba a la vecina) y yo "Hola abuelo", me cerraron la puerta de un portazo y me eche a reír. Me bajaron, me colgaron la cámara y me dijeron que contará hasta 10. 
En mi puerta había una banda de feliz cumpleaños y unas instrucciones. Que me pintara los labios, que me colgara la banda y encendiera la cámara. Me encontré con un papel negro con unas palabras que leí, o eso creo, pero que no lo recordé hasta que no me lo leyeron dos o tres veces distintas personas. continué entrando y había otra puerta tapada con papel negro y la música de cumpleaños feliz. Abrí la puerta y allí estaban todos, todos los que me habían dado los sobres. Habían muchos globos colgados por el techo y otros de helio y una mini un poco deforme, pero era mini y estaba bien (jajaja). Y de nuevo retuve lágrimas, lágrimas que salieron cuando vi que había un vídeo de mi primo que no podía estar con nosotros. Demasiado tiempo reteniendo como para retener más. Luego la risa la puso Pablo el de las Menuditas y los cuatro al completo. El regalo, a pesar de todo lo que habían liado, era una radio para el coche. Y corriendo fuimos a comer porque ya llegábamos tarde. 
La tarde continuó y las risas vinieron con nosotros, es lo que tiene cuando estás rodeada de personas increíbles, que no necesitas nada más. 
A la madrugada, entre risas, mis oídos escuchaban como la risa se iba alejando y mi cabeza hablaba sola, "que orgullosa y feliz estoy de tener a estas personas conmigo".
Solo me queda por añadir un GRACIAS muy grande. Gracias por haber hecho de mi doce un día maravilloso, por haber estado de una forma u otra, por la risa y los días compartidos. Por todo. 
(He tenido que acortar un poco, sobre todo al final, porque se me quedaba una entrada muy larga, aunque ya lo es).






You Might Also Like

0 comentarios