Una semana después.

febrero 19, 2017

Creo que sigo de resaca de sentimientos una semana después. Que doce tan bonito me regalaron todas y cada una de las personas que me dedicaron unos cuantos minutos o incluso el día entero. Sigo pensando que soy afortunada, sigo pensando que tengo a los mejores conmigo y estoy feliz por ello.

Hoy he vuelto a ese sitio donde las risas todavía resonaban y veía, como cuando en las películas recuerdan con un color más claro, todo lo que allí vivimos siete días antes. Me encontraba en frente de esa mesa donde la locura se desató con una banda de "feliz cumpleaños" y unos cartones de rasca.

Aún hoy recuerdo aquella noche, cuando el salchichón salió de la cocina acompañado de un cuchillo y unas cuantas cosas más a altas horas de la noche. O cuando la leche salió de estampida de la boca por culpa de la risa de unas galletas con cara de mono. Y en ese momento, entre el salchichón, la leche y las risas, mi cabeza dejó de escuchar, como cuando le vas bajando poco a poco la voz a la tele, y empezó a hablar y a sentir por si sola. Ese sentimiento de felicidad, de que no necesitas nada más que vivir ese momento y alargarlo todo lo que se pueda... Que es algo así como: "no hay nada más bonito que estar en medio de tus sueños y sentir que no duermes, que sigues despierta", pues eso.


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