La noche nos empezó sonriendo.

junio 11, 2012

Amaia Salamanca. 
Empezó como un Sábado cualquiera, con plan. Unas llamadas, una salida de casa para encontrarnos, muchísimas tonterías, bailes por la gran avenida que hasta ella se avergonzaba, ella que no sabe ni lo que es la vergüenza... Un nombre que no era el mío sonaba constantemente, doble personalidad o como queráis llamarlo, pero todo para reírnos, nada sin importancia. Otra llamada más, una quedada más segura, un coche que nos traslada hacia una casa, más risas y más tonterías "maris". Unos cuchicheos y unos planes clandestinos que solo nosotros tres sabíamos. 
La noche continuaba, y nosotras volvimos a casa a cenar y a esperar a que la noche nos sonriera. Y eso hizo. A la hora y algo el móvil volvió a sonar. La noche sonreía y nosotros con ella
Los planes clandestinos estaban a punto de realizarse, un lugar alejado de todo ese ruido y esa música de feria, de las atracciones y del barullo de gente. Lo único que oíamos era nuestras risas y carcajadas rodeadas de buena compañía. Un móvil volvía a sonar, y las risas se volvían cada vez más continuas y las carcajadas más fuertes. Unas palabras y él como un loro las repetía haciéndoselas llegar a la persona que estaba al otro lado del teléfono y vuelta a reír. Así nos pasamos gran parte de la noche en ese lugar alejado de todo y de todos. Hasta que la feria con todo su esplendor nos llamaba y allí que fuimos un poco afectados y con nuestras risas que no desaparecían. 
Otra llamada más que nos llevó a un lugar muy conocido de oído. Estaba vacío. Muy poca gente había a esas altas horas de la madrugada. Las calles, también estaban casi vacías, poca gente se dejaba ver. 
Todo se desató por el camino, de vuelta a la feria, aunque verdad es que nosotros no la volvimos a pisar. Nos escondimos por las auto-caravanas de los feriantes y por allí estuvimos debatiendo si nos íbamos o no. Al final, alguien salió de una de esas caravanas y salimos "escopetaos" de allí. El camino de vuelta a casa se me hizo eterno, aunque estábamos muy cerca. O el suelo estaba muy alto o él estaba muy bajo. El caso es que cuando llegamos no acabo la noche. La estancia de la casa más habitada el baño, donde conversamos hasta altas horas de la madrugada. Esas horas también se me hicieron eternas... Sin comentarios. 
Cuando al fin conseguí llevar las riendas de la situación y acabar con aquella conversación o lo que fuera, llego mi momento de relax máximo. 
El patio a las tres de la madrugada y la casa en silencio y sólo yo despierta con una jarra de agua y el vaso medio vacío fue un gran premio y justo lo que necesitaba. Twitter a esas horas no es lo que se dice muy agradable pero a mí me daba igual, yo seguía twitteando hasta que me harté y la cama a las 04:04 me gritaba sin parar. 
Después de ese regalo, caí rendida a sus pies

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