La magia de París.

julio 30, 2012

El terrible frío parisino se colaba por los grandes ventanales de aquel hotelucho en el que nos habíamos hospedado durante nuestra estancia en París. Las gotas de lluvia empezaban a caer una vez más con la salida del sol, así eran los días en París desde que nosotros habíamos llegado. Amanecía y con él empezaban las primeras gotas del día...
Esa mañana, nosotros todavía seguíamos perdidos entre esas sábanas con un olor suave a vainilla, despertándonos con las caricias matutinas entre besos y besos. Me encantaba abrir los ojos y perderme en esos ojos verdosos tan profundos. París le daba otro tono a todo. Las mañanas se volvían cariñosas y algo pastelosas.
Era la mejor idea que habíamos tenido desde hace tiempo. Escaparnos a París, despedirnos del trabajo como si nos hubiera tocado todo el dinero del mundo... De vez en cuando está bien hacer alguna locura, ¿no? Nosotros empezábamos ahora. Llevábamos aproximadamente 3 años viviendo juntos, pero era una locura, yo entraba a trabajar temprano y le dejaba a él todavía en la cama, y cuando yo volvía él ya se había ido, ni siquiera nos conocíamos del todo. Ahora sé que le gusta la comida francesa y que le vuelve loco los canelones que yo le preparo.
París nos ha devuelto la magia del principio. París le vuelve más cariñoso. Estoy pensando en quedarme en París con él, con el hombre de los ojos verdosos

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