En lo alto de la ciudad.

agosto 07, 2012

La noche transcurría sin sobresaltos, todo estaba tranquilo. Una cena como otra cualquiera, aunque ella le había notado algo más romántico de lo normal. Pero se limitó a disfrutar sin hacer pregunta alguna. 
El camarero servía el vino y otros tantos dejaban los platos sobre la mesa. Cenaron en silencio con alguna que otra "carantoña" propia de los primeros meses de noviazgo. 
Cuando acabaron, él le sorprendió con algo: "Quiero enseñarte algo. Un sitio especial para mí..." Ella se limitó a pronunciar un "vale" y sin hacer pregunta alguna, salieron fuera del restaurante. 
El coche circulaba tranquilamente entre el escaso tráfico de la noche, y en pocos minutos estaban en el lugar que él le quería enseñar. 
Hizo que cerrará los ojos, y la trasladó poco a poco y con mucho cuidado al lugar exacto. Le quito el pañuelo de los ojos y ella quedo asombrada.
Estaba contemplando toda la ciudad que descansaba a altas horas de la madrugada. "El amanecer o el atardecer desde aquí se vería genial", pensó mantenía la boca abierta. Y tan solo le salió pronunciar: "Esto es maravilloso, amor", y se lanzó a él abrazándole. 
En un abrir y cerrar de ojos y tal vez por el vino de aquella noche, bajo los ojos de la gran luna que lucia resplandeciente esa noche y los de todos los ciudadanos, quedaron los dos completamente desnudos, acariciándose y dándose amor mutuamente.

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