¿Os habéis fijado? ¿Habéis tenido la suerte de observar un ratito el mar, ya sea playa o puerto? No sé, yo me fijé ayer, mientras estaba en el coche de la autoescuela en mi momento relax. Nos metimos cerca del puerto y me invadí de todo ese paisaje; palmeras, muchas palmeras, y una bonita puesta de sol, y ese gran puerto en el que sólo se veía, por suerte mía, el agua que no paraba de moverse, pequeñas olitas que bailaban por el frío y que entre ellas se calentaban. Tenían un azul especial. No ese azul que tiene el mar cuando vas a bañarte en verano, ¡NO! sino un azul clarito que te invita a no dejar de mirarlo. 

Por mí, me hubiera acercado a la playa, a disfrutar un poco más del agua y de ese color del cielo que dejaba el sol a irse. Hubiera sacado la cámara y hubiera inmortalizado ese momento, esos preciosos colores y luego, hubiera disfrutado al verlos de nuevo.

Hoy me ha pasado lo mismo, el cielo en invierno está precioso, esos colores que deja, ese moradito, rojizo, azul claro y con sus nubes propias del mes... Esa leve neblina a lo lejos, ese rojizo que se pierde entre las montañas, ese anaranjado... Me enamora.