En pleno apogeo de ideas.

octubre 20, 2015

Anoche mi cabeza se puso en modo muy ON, con pilas potentes y recién sacadas del paquete. La verdad es que el ambiente lo acompañaba, la luz apagada y con tan solo la "vela que huele a esos momentos tuyos y míos y de nadie más" de iluminación. Y con esa luz tenue que una pequeña llama puede ofrecer, empezó mi noche de insomnio, la cual aproveche para mantener una larga charla conmigo misma. La verdad es que, eso sienta bien siempre. Aclarar ideas con tu yo interior, saber con que estáis de acuerdo y con que no, saber hacia donde queréis ir -o al menos la intención-, saber que queréis... Esa infinidad de cosas.
Hablando y hablando, acabamos pensando en ti, pero tranquilo, no te vas a quedar entre nosotras ni queremos. Te pusimos morado, verde, azul, marrón... ¿No te pitaron los oídos anoche? ¿Pudiste dormir bien? ¡Nosotras que nos alegramos! Saquemos muchas cosas en claro. Saquemos que no te queremos en nuestra vida, que bastante daño nos has hecho ya durante todos estos años, que tus mentiras no nos gustan ni nos gustarán nunca, que -al parecer- fuimos un juego del cual ya te has cansado -¡Y NOSOTRAS!-. Y, ¿sabes? Lleguemos a la conclusión que lo más bonito que llegó a nuestras vidas, era también, lo que más daño nos había hecho. Y nos emocionamos. Nos abrazamos y enseguida comprendimos que no merecía la pena y sonreímos juntas. Así que, tranquilo, hemos superado lo tuyo.
Por otra parte, apareció ese chico que nos saca sonrisas, que me saca - ya no sé a quién saca qué-. Y cambiemos de conversación. Hablemos de los pequeños detalles que la gente ofrece sin darse cuenta y lo importante que puede llegar a ser para la otra persona. Una simple broma a alguien que se le ve en la cara que la necesita, un simple gesto, una pregunta de preocupación... Los pequeños detalles, las cosas pequeñas del día a día, las pequeñas muestras de... ¿cariño? Ya no sé. Esas cosas que, a causa del estrés de la rutina o dios sabe qué, se nos escapan muchas veces.
Y entonces, empecemos a crear historias mentales, empecemos a imaginar momentos de todo tipo -lástima no poder contaros todas esas historias. De algunas no me acuerdo y de otras... pues mejor que no las sepáis-. Se nos pasaron muchísimas fotos para hacer, muchísimas; Ir a Disneyland y poder -por fin- tener una vez más esa bolita de goma de Mickey; un picnic en la playa en pleno enero sin nada que celebrar, simplemente el estar allí con alguien especial, observando como las olas llegan a la orilla furiosas, con mucha ropa por el frío; casas rurales/camping/o lo que sea, con ellas, donde no tuviéramos móviles ni hora y nos pasaríamos la vida hablando, jugando a juegos inútiles en los que acabáramos riéndonos de nosotras mismas. Otras eran de esas que me invento para escribir, preciosas. Pero cuando me inspiro no puedo, y cuando puedo escribir no me inspiro.

Hubo muchísimas historias más, hubo muchísimos momentos más. Y mientras tanto, las horas iban pasando, la madrugada llegaba y nuestras ganas por imaginar, por soñar, por vivir había que abandonarlas en pleno apogeo.

                                                                          Me voy a imaginar con yomemiconmigo.

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