"Ay, mi Gloria".

diciembre 04, 2015

3 de diciembre del 2015.

Hace apenas dos semanas os escribía contándoos los escasos minutos que viví con Màxim en un corte ingles de Alicante. Dos semanas después os escribo para contar esos minutos y esa hora y medía que estuvo hablando sobre su última novela, "No me dejes", además de diversas cosas, cosas de la vida.

Días anteriores, no sabía seguro si iba a ir o no, pues en sus redes sociales no ponía nada de Elda y la fundación Paurides, hasta que el dos de diciembre, se le coló un "mañana os veo en Elda". Pero aun así, no sabía si ir o no. Digamos que mis ánimos no estaban muy subidos, más bien por los suelos. No quiero decir nada, porque hoy os vengo a contar cosas alegres, así que dejemos las cosas tristes para otro día.

Pero sigamos. El caso es que no me iba a perder una charla sobre sus novelas y su vida, esa charla que pedía para Alicante pero que la tuve en Elda. Y menos mal que acudí. Menos mal que cogimos asiento donde lo cogimos. Y menos mal que él es así. 

Puntual como es él, antes de las ocho de la noche ya estaba allí -incluso yo creo que antes, porque durante la charla dijo que había escrito la columna para 'El español' ese periódico donde también colabora y es digital arriba, y cuando acabó subió arriba "a por sus cosas", palabras textuales-. 

La gente que lo vio venir, se levantaban de sus asientos para hacerse la foto de turno y firmar los libros. Yo, junto a otras asistentes nos quejábamos de que la gente se levantará y así atrasar la charla. "La firma es después" decíamos. Incluso una mujer delante de nosotras que conocía a uno de los que trabajaban en esa fundación le pidió que lo trajera ya que después habría tiempo para firmar y hacerse fotos. Pero aun así la gente no lo dejaba. Suerte la mía, porque luego nos quedamos solas con él.

Cuando por fin, todos tomaron asiento, él entró por ese pequeño pasillo entre las butacas, iba saludando a los que allí habíamos esperándole y en uno de esos momentos cuando ya estaba cerca del escenario, me miro y me saludo, así de tú a tú, tan cercano como es él. Subió arriba junto a dos personas más y tomaron asiento. Al principio, empezaron hablando ellos y se enrollaron mucho. Ahí pensé que me había equivocado, que iban allí ha hacer publicidad de la caixa de ese pueblo vecino y de esa fundación en la que estábamos. Suerte la mía que me equivocaba.

Acabaron de hablar las dos personas que allí arriba le acompañaban y bajaron dejando a Màxim solo en ese escenario. Y con aquel micrófono que a veces se iba y venía empezó a hablar y a contarnos cosas de su novela, sin destriparla demasiado -palabras suyas también-.

Contaba que la novela iba de abandonos, de soledad, contada de la perspectiva de distintos personajes de edades varias. Contó secretos, cosas que te hace entender mejor la novela, cosas que creía que finalmente fueron así. También nos habló, a petición de una de las asistentes, de "la noche soñada". Y empezaron a formular preguntas y él, muy amablemente, fue contestando a todas y cada una de ellas. "Qué tenga que venir a Elda para que me hagáis las preguntas más difíciles que jamás me han hecho... Siempre preguntan los mismo". 

Contó que Elda no entraba en sus planes, que no tenía pensado venir. "Voy a las capitales, pero bueno, Elda una ciudad/capital". Y contó muchas cosas más que no está permitido contarlas, pues tan a gusto estaba que se desnudó ante nosotros -literalmente no, claro está-. 

La charla acabó, las preguntas acabaron y las firmas empezaban. Pocas quedaban ya. Así que nosotras, con libro y bolsa en mano esperamos nuestro turno, más bien cuando todos acabaron, pues nos quedamos a solas -casi- con él. El libro ya estaba firmado pero lo llevé y lo firmó. Y justo cuando acabó de firmarlo, no sé si fue por la dedicatoria o que pero se acordó de la funda que le firmó a mi hermana, que creía que era mía. Le pregunté por los macarons y... "¿Sabes donde me los comí? Por el camino de vuelta a casa". Y le enseñé la vela que le llevé, igual que esta que ahora me alumbra mientras escribo y recuerdo todo lo de ayer. ¿Olor? Brisa salada de mar. Y... "Unos bombones para que te sea dulce el camino de vuelta". Y entonces me pegó un abrazo.... Me dio dos besos... y soltó "Ay, mi Gloria". ¿Se puede pedir más?

Salí de allí llena de energía y de felicidad. Repuesta por unos días y me dije a mi misma que hoy no valía pensar en esas cosas que me llevan de cabeza estos días, que hoy iba a estar feliz y que si podía estirar un poco más la felicidad, lo haría. Así que aquí estoy, escribiendo mi vivencia de ayer con una sonrisa de oreja a oreja, feliz. GRACIAS SIEMPRE, MÀXIM.

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