El mundo no se hizo en un día, ¿no?

diciembre 23, 2015

Una noche, mientras las canciones se amotinaban en cola y no dejaban de sonar, el móvil recibió un whatsapp. Era raro que a esas horas de la madrugada el móvil sonara, lo cogí extrañada y abrí el mensaje sin más pensamientos. La música no dejaba de sonar y yo ya no cantaba las canciones. La pantalla de ese aparato me mostraba las palabras que alguien, con su móvil a kilómetros, quería hacerme llegar. "Te echo de menos". Y mi cabeza, la pobre, pensó "lo dudo" y se echó a reír -bueno, la cabeza no, yo. Yo me eché a reír-. Y me perdí de nuevo en esa música que sonaba sin ni siquiera contestar, pero el doble check azul me delato y al rato corto, volvió a sonar el móvil. Un nuevo whatsapp. "¿Por qué no me contestas? ¿No me has leído?" Esta vez mi cabeza pensó y sin abrir esa aplicación, lo leí. Le contesté.

"Sí, te he leído. ¿Qué quieres que te conteste? No me has mentido más porque no te deje. ¿Quién me dice a mí que esto no es otra mentira de las tuyas?"

Entonces él se reblandeció y sin esperarlo, se confesó. "Vale, es cierto. Te he engañado unas cuantas veces, te he hecho daño otras tantas, pero está vez es de verdad". Yo seguía sin creérmelo y no me fui por las ramas. "No sé porque esta vez tiene que ser verdad. Si quieres algo lo demuestras, las palabras no me valen ya". Él calló. Se despidió con un buenas noches y un icono de esos para acercar a la otra persona un poco más hacia él, osease a mí. Pero yo ya estaba tan lejos... 

Al día siguiente, me envió un mensaje de buenos días, no un simple buenos días, sino de esos mensajes que a nosotras las chicas nos gusta, esos que te deja tonta para el resto del día y que relees varias veces al largo del día para subirte la moral. -Hay que ver que fácil somos-. 

Aunque me hiciera ilusión, mi contestación fue "buenos días para ti también", tenía que notar mi enfado, mi poco acercamiento que tenía hacia él y hacerle un poco sufrir como él había hecho conmigo. -Sí, somos malas, pero es lo que hay-. 

Releí el mensaje varías veces durante el día, pero eso no se lo iba a decir a él. Por la noche, volvió a sonar el móvil, me daba las buenas noches de manera especial. 

Me fue reblandeciendo durante los días siguientes, tanto que le perdoné. Olvidé todo lo malo que había hecho. Olvidé que me rompió el corazón en mil y un trozos. Olvidé que me engañó todas las veces que quiso y más. Olvidé que en sus juegos, solo sufría yo. Jugó. Jugó tanto...

Pero esta vez, parecía que era distinta. Se mostraba más cariñoso que de costumbre y eso me hacía desconfiar todavía más de él -es lo que tiene que nos hagan daño-, no quería seguir con los juegos que hacíamos y eso me acercaba un poquito más a él, pero sin dejar de desconfiar.

Ahora no os puedo contar mucho. La cosa va poco a poco y hacia delante, me dejo llevar y voy confiando en él. El mundo no se hizo en un día, ¿no?

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