Gracias.

febrero 13, 2016


Esperamos con ansias que llegue un día y cuando llega se pasa en un cerrar y abrir de ojos... Ayer, 12 de febrero hacía 23 años que mi madre me parió en el hospital de Elda, fue cesárea, yo venía de culo, rebaila. Según mi abuela fue como en las películas, a mi madre la metieron al quirófano y a ella desde el pasillo le iban informando de como estaba mi madre y yo. Cuenta que cada X tiempo salía una enfermera y le narraba lo que dentro ocurría. Cuando consiguieron sacarme, cuenta que me sacaron corriendo y me llevaron a la incubadora para que no perdiera el calor y ella fue la primera en verme. 

Bueno a lo que iba. Desde hace una semana me preparaban algo, y yo que soy muy lista (jaja) me iba enterando de algunas que otras cosas pero... Nunca imaginé lo que me encontré. ¿Sabéis esas escenas románticas de las películas con pétalos de rosas y velas encendidas mostrándote el camino? Pues tal cual, pero en vez de pétalos, confetis. Cuando yo abrí la puerta y me vi eso... "¿Y la cámara?". Me encantó. Conforme iba entrando siguiendo las velas, me encontré el templo. Estaba la mesa de mi comedor lleno de magdalenas con chocolate por arriba, unas llevaban estrellitas, otras corazones, otras... También había pinchitos de chuches, barquillos, queso y chocolate. La bolsa con el regalo, frutos secos, patatas... Había de todo. Como bien sabe mi querida Estrella, me faltaba mis macarons queridos pero... Era todo tan bonito... ¡Me encantó!

Pero ahí no acabó la noche. Luego nos tiramos a la calle. Fuimos al karaoke más cercano en el cual los jóvenes brillaban por su ausencia, solo estábamos nosotros, todos eran personas mayores que se entrenaban las noches de viernes o sábado juntos a sus amigos jubilados. La cosa se fue animando cuando mi primo, que le echó ganas y humor, subió al escenario y se desató. Animó a todos esos ancianos y cada vez que subía alguno nos deleitaba con alguno de sus bailecitos. Las risas estaban aseguradas cuando subía mi primo. La situación iba a más. 

Cuando los pepelitos de las canciones se nos acabaron, nos fuimos a otro sitio donde los jóvenes... Parecíamos abueletes nosotros también, yendo a todos los sitios frecuentados por ellos. Pero es que... A veces se necesita poco.

Antes de acabar, me gustaría darles las gracias a ellos, a quiénes me montaron esa decoración que me da pena quitar, que de hecho, todavía está la mesa llena de cosas, me cuelgan cosas del techo y por no quitar no he quitado ni el cartelito de la puerta de la calle, y de momento hoy, no lo pienso quitar. Una pena tener que barrer el confetis del suelo y quitar las velas que te mostraban el camino... Gracias a vosotros que me aguantáis mi mal humor, gracias por hacer lo que habéis hecho a pesar de dejarme conocer poco, gracias por compartir el día de ayer conmigo, gracias por estar. 


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