Amores.

septiembre 29, 2016

Otro día que el conserje abre la puerta justo a tiempo, el tiempo suficiente para que las madres, padres, abuelos o todos aquellos que van a recoger a los niños entren y se coloquen cada uno en sus puestos. Un día más que "el profesor majete" va entregando uno a uno a los niños. Los niños señalan y él los deja ir. 

Como un día cualquiera, llegamos a casa, la mesa ya está casi preparada pero algo ocurre. Algo que no estaba en los planes de nadie. Viene la rubia de ojos claros, cierra la puerta de mi habitación y me confiesa sus vergüenzas. 

Empieza a relatarme lo que hoy había pasado en el patio. Empieza a ponerse roja a medida que avanza en la historia, y me recuerda un poco a mí. Acaba y me pide consejo. Le gusta un chico que parece que también le gusta a él y no sabe que hacer, no sabe como hacérselo saber. Piensa en pedirle ayuda sus amigas, piensa que le podemos ayudar nosotras. Se tapa la cara avergonzada y ríe. 

Y pienso en mí y en el señor sonrisas, en esa historia de contigo pero sin ti. Pienso en esas miradas que en realidad hablan por si solas, pero palabras de nuestra boca no salen. Pienso que son historias en edades distintas pero tan iguales... 

Y pienso que la vergüenza no sirve para nada más que fastidiar, sirve para complicar las cosas, sirve para no dejarnos avanzar como queremos, sirve para enfadarnos con nosotras mismas, sirve para poco más pero no lo podemos remediar.


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