La tarde soñada.

abril 25, 2017

Enciendo esa vela que él también tiene, miro la foto y... Me transporto a aquella maravillosa firma. Los nervios me vuelven a invadir, vuelvo a tener ese cuadro entre mis manos con miedo a que esa bolsa de papel se rompa y caiga la ilusión en forma de cuadro repleto de fotos de lectores y barcos de papel.

Recuerdo su emoción y su cara de niño pequeño, de ese Max que recuerda últimamente, recorriendo con la mirada todas y cada una de las fotos. Recuerdo que se quedó mirando la foto del centro, Ana M. Matute. Recuerdo que me dijo que lo iba a colgar ese mismo día en su casa de la playa. Vuelvo a sonreír. 

Cojo la noche soñada y leo la firma... Vuelvo.

Recuerdo esas miradas que traspasaban el alma, esas sonrisas que enamoraban, esas gracias continuas que pronunciaba, esos besos que llenaban y esos apretones en el brazo que sentía que me envolvían. Es amor.

Recuerdo que la pareja de mi madre no paraba de hacernos fotos. Ahora estaba aquí, ahora estaba allí, ahora por delante, ahora... Recuerdo que le dijo "ni que fuera para la vogue". Recuerdo que reímos. Recuerdo mirar hacía atrás mientras caminaba hacía delante, porque no me quería ir, pero allí se quedó. Qué remedio.

Esa fue mi tarde soñada en un 25 de abril del 2014, una de las mejores firmas que he vivido. Es que, no tiene ni idea de lo bien que sienta. Gracias siempre. 


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