Mi clarinete.

mayo 19, 2017

Un clarinete me transporta a una época de mi vida, la cual decidí ponerle fin cuando alguien decidió apoyarme con una ruptura. No me refiero a una ruptura amorosa o bueno, igual un poco sí. Un amor-odio por un instrumento de viento y por una asociación de personas de la cual nunca me sentí que formara parte. 
Un clarinete entró en mi vida hace mucho, cuando alguien de la banda vino a dar una charla al colegio y a captar a niños para que dieran clases en su banda. Caí. Cuando llegué a casa le conté a mi madre que quería tocar un instrumento. La verdad es que, el clarinete no era lo que me llamaba la atención, pero a la hora de decidir el instrumento que quería tocar y dedicarle tiempo, flautas traveseras no quedaban, y opte por el clarinete. He de decir que me enamoré de él. Me encantaba sus llaves, su campana, el negro combinado con el plata, su boquilla y sus cañas, su sonido y como mis dedos se amoldaban a sus llaves. 
Me encantaba la profesora que tuve en un primer momento, con ese amor que enseñaba... Pero me duró poco, fui pasando por todos los profesores que fueron poniendo. TODOS. Os lo juro, no me quedó ninguno. Cuando me hacía a uno, me cambiaban a otro. Creo que ese fue uno de los problemas por el cual todo fue mal.
Otra de las cosas fue la gente, no quiero decir que había o hay mala gente ni nada, solo que yo era, y soy, muy cortada y me cuesta relacionarme, necesito que los demás me acepten y me involucren en su circulo. Recuerdo que en los pasacalles, como cada uno tenía su grupo iban de aquí para allí, y me sentía como que huían un poco de mí, tenía que ir delante y detrás de ellos, un perrito faldero vestido de uniforme y clarinete en mano. Muchas veces me aislaba, pasaba de ir detrás de la gente. Creo que nunca llegaron a entenderme, ya sé que soy difícil, pero no sé.
Al final de la etapa, notaba que los dedos no me iban como yo quería, notaba que no avanzaba, que me había estancado y no había manera y ir pasando lecciones. Optaron por meterme a clases de solfeo de nuevo, esta vez iba con gente adulta y solfeábamos al unísono, pero no siempre acabábamos a la vez. Eran majos, y el profesor muy guapo. No me podía quejar, ellos sí me involucraron y me aceptaron nada más verme. Pero el bachillerato pudo con mi amor por el clarinete, creo que fue el empujón que necesitaba. 
Al principio de dejarlo, supongo que le eché de menos, su voz susurrando, la fusión de sus llaves con mis dedos, su boquilla con mi boca, mi lengua rozando su caña... He de decir que soñé mucho con él. Soñaba que le acariciaba, que nos seguíamos fusionando en casa y que asistíamos a eventos cada vez que queríamos. Pero aprendí a vivir sin él, hasta hoy, que al verlo por la tele me a removido todas las mariposas que un día sentí por él. 
Foto encontrada en pinterest. http://katelphotography.com

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