Rozando la felicidad.

mayo 13, 2017

Todo empieza antes de lo que imaginas. Cuando apuntas una fecha en el calendario, ese es la casilla de salida a toda esa imaginación e ilusión que se desata, que se agita. Luego ya van apareciendo ideas que van tomando forma. Una torre repleta de confetis, una foto tuya que la haces con toda la ilusión del mundo, unas moras que compras el mismo día porque no las quieres duras, una vela de vainilla que confirma que le gustan...
Todo empezó antes del 11 de mayo del 2017, pero ese día, ese día rocé la felicidad o me senté con ella a charlar. ¿La culpa? Él, Màxim, que volvió por tierras alicantinas a firmar su nueva novela y todos los libros que le llevases. 
Apareció alto y guapo, dispuesto a hacerlo todo fácil, sin importar el grado de nervios. Puse la gran bolsa encima de la mesa y le dije "todo esto es para ti". Él se negaba a abrirlo diciendo "no que vergüenza", pero conseguí que al menos abriera la torre. "¿Sabes que no tengo ninguna?" "Lo sé" le conteste, al menos no había compartido ninguna con nosotros por sus redes sociales, así que empezó a dar las gracias y a decir que no tenía porque y a darme esos apretones en el brazo que tanto me gustan. Al final, abrió también el marco con la foto de torre y con los confetis volando, "alaaa, ¿es tuya?" afirmé mientras decía "que chula". 
Empezó a firmar los libros y fui consciente de que quedaba poco, entre eso y los nervios empecé a hablar de cosas que ni recuerdo. Un  libro de fotos pendiente, sus sonrisas, sus apretones en el brazo, su mirada intensa, sus palabras, sus letras, su cercanía... Tantos días esperando a que llegará el momento, y luego, todo acaba en un abrir y cerrar de ojos.
Me fui feliz pero me había sabido a poco, no le había dicho nada de todo lo que le quería haber dicho. 
Vine todo el camino diciendo "que guay", a mi pobre hermana la llevaba... (Gracias por acompañarme y por hacerme de fotógrafa siempre). Y llegué a casa feliz, pero lo que me esperaba a lo largo de la noche... 
Las redes sociales se pusieron emocionantes cuando la firma acabó y fueron apareciendo mis regalos poco a poco, que dieron pie a todo lo siguiente. Mensajes privados, me gustas inesperados, palabras maravillosas, más mensajes privados, fotos...
Os juro que estaba tocando la felicidad con la yema de los dedos, le acaricie y volé. Ni en mis mejores sueños había imaginado algo así, y solo me salia y me sale decir GRACIAS todo el rato.

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