Sopresas de cumpleaños.

mayo 08, 2017

Hace 20 años que mi madre trajo al mundo a mi hermana. Al principio y según dicen, no me hacia a la idea de compartir todo con otra persona y de hecho, "quería tirarla a la basura". Era tal que así:
-Vas a tener una hermanita.
-No. Pues la tiro a la basura.
Y ahora pienso, "¿qué sería de mí sin ella?" Doy gracias a mi padre por sus pensamientos de no querer tener solo una hija, "porque si pasa algo, siempre vas a tener un apoyo", y es así. 
Todos los años a las doce, le doy algo o le preparo algo. Este año opte por algo más especial, apagué las luces de mi habitación y la única luz que alumbraba era las de las lucecitas repartidas por el suelo con confetis, que daban paso a una foto enrollada en más luces. Y mientras Pablo Alborán cantaba cumpleaños feliz y le deseaba un feliz día, ella soplaba la vela de puntitos en una magdalena de queso. Así entraba en los 20. Acto seguido nos fuimos a dormir, porque a la mañana siguiente habían más cosas planeadas.
Este año, y tras millones de propuestas hechas por ella misma de hacerle una fiesta sorpresa, me decidí a hacer algo. Pensé en un picnic sorpresa, pero necesitaba ayuda de los demás y depender mucho de personas que no siempre dan la talla, y eso no me gusta. Pero por suerte, cuento con personas que son brillantes, y aunque estén lejos como dice J, siempre que te necesitamos estás aquí, incluso haciendo mucho más que los que están cerca. Gracias. 
El picnic era buena idea, un mantel, unos platos y vasos a conjunto, unas margaritas, la playa.... Dependíamos del tiempo, y él hizo lo que quiso. Ventoladas de arena nos fastidió la comida, pues se llenó toda de arena y fue imposible de comerla. Acabamos recogiendo y comiendo una hamburguesa del McDonald's, nunca falla. Pero había que hacer más tiempo del que pensaba, porque en casa había una sorpresa más. Era su regalo, un escritorio que estaban montando a contrareloj y con el que no se aclaraban del todo. Y entre risas y cuentos, me dieron luz verde. Volvimos a casa, pero se encontró todos los coches de los familiares aparcados en la puerta, la sorpresa falló, pero cuando pudo ver el escritorio... ¡Se emocionó! Unas lagrimillas se escaparon. 
Todavía quedaba una cena, así que cogimos fuerzas con una ducha y maquillamos nuestras caras de cansadas, nos pusimos los tacones y... ¡A cenar!
-¿Te ha gustado el día?
-¡Mucho! 

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