-Has perdido la oportunidad... (después de un silencio..) Si no se lo huele. 

La noche transcurría sin sobre saltos. Mi hermana y yo no sabíamos donde meternos. Había mucha gente que no conocíamos, había mucha gente imbécil... Nos reíamos de todos y de nadie. 
Llego la hora de la cena. Cogimos un plato cada uno y nos fuimos a sentarnos para comer. La cosa se animó. Empezaron a tirarnos cosas. Cogí mi plato entero y se lo tiré a uno. Como era de esperar, después vino él y me tiro el suyo. Tenía frutos secos hasta en las bragas. 
Continuamos sin muchos sobresaltos. Pero todo se desató cuando era la hora de comer la tarta. ¡Se la comieron sin cuchara! Tarta por la nariz, tarta por los ojos, tarta hasta por el pelo. Después se emocionaron y empezaron a pegarse tortazos. Viendo que íbamos a acabar todos mal, nos encerramos en el baño. E íbamos viendo como pasaban uno a uno manchados, unos más que otros. La risa aumentaba por segundos. Me dolía la garganta de reírme, me dolía el estomago, me dolía la mandíbula. No hace falta decir que fue el momento más bonito de la noche. Hacía tiempo que no me reía así.
El chico de las mil pelis, también estaba, con su novia. Pero a mí, me la pelaba, que yo iba a mi royo sin más. Su novia vino de vez en cuando con nosotras para hacernos reír y estar bien. La verdad es que es maja y no tengo nada contra ella.
Y la noche se desarrollo sin más. Risas, risas y más risas. 
Siempre me pasa lo mismo. No quiero ir, no quiero ir pero acaba pasándomelo estupendamente. 
Y como todo, llego el final. Nos tocó empezar a limpiar... El baño estaba que daba asco. Había tarta por todos lados. ¡Hasta por el techo!, sin exagerar. 
Gastemos dos rollos de papel.